A menudo cuando escuchamos la palabra ‘hacker’ pensamos automáticamente en algo malo. Una persona con malas intenciones que planea vulnerar alguna red o entrar en un espacio cibernético al que no tiene acceso para obtener la información. No obstante, un hacker no implica una mala acción. Según su definición, los hackers son aquellas personas expertas con conocimientos informáticos avanzados y capaces de acceder a sistemas o dispositivos para realizar modificaciones desde dentro, destinadas en la mayoría de los casos a la seguridad informática y al desarrollo de técnicas para su mejora.
Si bien es cierto que los hackers más famosos son aquellos que han actuado desde el lado oscuro, en el lado bueno también trabajan y es lo que se denomina ‘hacking ético’, el cuál tiene como objetivo utilizar dichos conocimientos informáticos para mejorar la seguridad de una organización.
A lo largo de la historia de la informática se han sucedido diferentes ataques por parte de ‘hackers malos’ que han provocado grandes daños, tanto a particulares como a compañías.
Sin ir muy lejos, en 2020 el Departamento de Seguridad Nacional del Ministerio de Asuntos Exteriores, publicó el Informe Anual de Seguridad Nacional, en el cual se detallaba como el Centro Criptológico Nacional (CCN), había gestionado un total de 42.997 incidentes en el ciberespacio y el CERT del Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE) más de 107.397.
Dado el riesgo que puede ocasionar sufrir un ataque de este tipo, las empresas trabajan con intensidad en buscar estratégias sólidas y efectivas con la que proteger sus sistemas y redes.
¿Qué es un hacker ético?
Si en un lado de la balanza están los hacker que actúan con malas intenciones, en el otro están aquellos que utilizan su formación y conocimientos para ayudar a una empresa a detectar vulnerabilidades y debilidades.
Así, aquellos que se dedican al hacking ético, también denominado ‘Hacker de sombrero blanco’, proceden a realidar diferentes pruebas o ‘test de penetración’, pentesting, para poner a prueba la efectividad de los sistemas de seguridad. Realizado el test, se procede a detallar todo en un informe completo y dar soluciones a los problemas o incertidumbre que hayan podido encontrar. Esta es sin duda una de las principales armas contra los ciberdelincuentes.
Los hackers de sombrero blanco son aquellos que ponen sus conocimientos a disposición de las empresas para ayudar a éstas a prevenir riesgos
Los otros hackers
Como hemos visto, hay diferentes tipos de hackers. En un polo se encuentran los ciberdelincuentes, también conocidos como ‘de sombrero negro’. En este caso, piratean objetivos con la intención de lucrarse y obtener ganancias financieras, cobrar por rescate de información o provocar grandes estragos en una compañía.
En el otro polo están los ya nombrados hacker, éticos o de sombrero blanco, quienes trabajan por mejorar la seguridad de las compañías.
En ‘medio’ están los hackers sombrero gris. Expertos en la materia que trabajan con diferentes tipos de operaciones, de dudosa legalidad e incluso ofrecen sus servicios a gobiernos o servicios de inteligencia.
¿Necesita una compañía autohackearse?
Hoy la seguridad es una máxima en cualquier compañía. Ninguna empresa se libra de ser víctima de un hackeo o de una filtración. Si bien las empresas emplean a menudo importantes paquetes de seguridad, nunca se está 100% a salvo y es necesario actualizar los procesos.
Así, y sobretodo si se trabaja con información importante o delicada, es conveniente invertir un extra y realizar un test de penetración para cerciorarnos de que la seguridad de nuestra compañía es la máxima posible. Es sin duda una gran estrategia comercial para prevenir antes del desastre.